20 diciembre, 2009

¿La ve María?



Enredaderas escalan por tus piernas
años, en lento movimiento,
floreciendo dentro de los relojes de arena.

Piel tornasoleada quemándose con fuegos de artificio.

Remolinos.

Y si fuera una serpiente de esas que están en canastos de paja,
en una calle de india,
no saldría con monedas, ni flautas ni ratones,
saldría con el Bolero de Ravel,
tocado por la gente,
de improviso,
con instrumentos de calabazas,
flautas de tallos de alcachofas
y tambores de cabezas de muertos...

Una vez afuera, un títere musical.

Y todo esto solo porque me lo dicen tus ojos.

Valientes y pacíficos.

12 octubre, 2009

Esos diálogos posibles

De repente me pregunta a qué se refiere con ciudad interior, ¿es algo que le esta pasando a su cabeza? no acerté a responderle nada, solo me puse rojo y la mire de reojo, -ehh, bueno… Cuando voy leyendo en el metro lo hago porque no hay paisajes ni nada que mirar, salvo esa tubería con luces y anuncios para que no se note lo gusanos que somos andando bajo tierra. La cosa es que no entendí la pregunta porque el libro se llama la ciudad anterior, y no me logre explicar en ese momento si había sido un lapsus o era una pregunta retórica para poder empezar a entablar una conversación que por mi primera disposición de silencio y monosílabo ella sabía que iba a terminar en un monólogo. - ¿Es una ciudad interior, pero físicamente, o sea la ciudad física, a eso me refiero?, y sigo sin saber que responder y solo atine a decirle que el libro era re bueno, que estaban bien construidos los personajes (una frase que se supone impresiona porque expresa que uno sabe de lo que esta hablando) y que me parecía que esa ciudad interior era la cabeza del personaje principal, y que no podía salir de esa ciudad física porque ya el desgano y el hastío lo había dejado sin siquiera la voluntad de elegir su destino. Ahora, no tengo idea porque le dije todo eso, porque la verdad es que no pienso que le haya dicho nada sobre la ciudad anterior, el libro de Gonzalo Contreras, sino más bien que le hable de su ciudad interior, y le confirme el libro imaginario que a esta altura estábamos creando en esa pequeña conversación de tres estaciones de metro.
Me dice que es profesora y que esta trabajando en escribir cuentos para niños. Me alivie que la conversación empezara a ir a un terreno más neutral, porque hablar de uno en tan poco tiempo sabiendo que nunca nos íbamos a volver a encontrar siempre da el espacio para la mentira piadosa y las frases para el bronce, y una opinión sobre cualquier cosa es siempre un riesgo. Me pregunta que qué hago o si estudio y le digo que soy psicólogo, y su expresión cambia y me dice que linda profesión, como si uno fuera la Madre Teresa para que sea tan linda profesión, pero debe haber sido porque de verdad sentía cariño por los niños. Su expresión era tranquila y las arrugas me decían que su vida había sido de hartas risas y pocos llantos. ¿Te gusta leer?, ¿lees mucho?, y me río nerviosamente y le digo que sí, mientras todavía estoy pensando en aclararle que el libro se llama la ciudad anterior, y de hecho saco mi mano del título para que se de cuenta del error, haber si todo vuelve a empezar de nuevo, pero ella me dice que tenemos cosas en común y pasa de largo el gesto. Y si ya estaba ahí sin querer irme porque la señora era bien simpática, le digo que encuentro bonito el hacer cuentos para niños, que trabajo con niños y que le recomendaba un libro, el tesoro escondido, o la ventana hacia los niños, principalmente porque la mitad de los libros eran transcripciones hechas de los propios niños, y de cómo perciben el mundo desde la fantasía y el juego, -ahh, que interesante, que lástima que no tenga papel y lápiz para escribirlo, pero me acordaré (ahora que lo pienso era bien raro que ambos, se supone que escritores no anduviéramos con nada para escribir) y ya el encuentro se alarga y la señora me indica que el viejo de al lado tiene un lápiz en su bolsillo (que seguramente estaba participando de esa conversación como espectador expectante), así que le damos la bienvenida al fugaz encuentro y le pido el lápiz, anoto los libros y la autora, y la señora (que quería preguntarle el nombre y decirle que también escribía) dice algo así como que era lindo esto de conversar con las personas y que se genere un contacto, asentí y compartí la opinión, y ya la despedida fue el termino del viaje, me quería dar la mano, como cuando me saludan como “doctor”, pero le di un beso en la mejilla, le sonreí y le di la mano, deseándole suerte en su libro de niños, le dije que ojala que leyera esos libros porque para escribir para niños hay que volver a serlo.
Y el señor de al lado, se saca los lentes oscuros y me mira –¿Qué libro estas leyendo?, la ciudad anterior, y me dice, -ahh, bueno puede que sea el mismo autor, y la misma ciudad, porque yo leí una película que se llama la ciudad de dios, igual que tu libro.
Ahí me di cuenta que el deja vu existe, o que en realidad da lo mismo que cresta uno lea, o que cada uno quiere escuchar lo que quiere escuchar, o que en realidad puede que tenga problemas de dicción, y ya no me preocupe por decirle que mi libro era la ciudad anterior, porque a esta altura ya no sabía que libro estaba leyendo, y si los personajes estaban afuera o adentro de la ciudad, o quizá en esos dos encuentros posibles.
-Si, si leí esa película, es este mismo libro que estoy leyendo, la misma ciudad, y es re buena película, ambas ciudades se parecen. ¿Simpática la señora, no le pareció?, -sí. -Bueno, adiós, que este bien.

29 septiembre, 2009

A quien concierne:

No soy de los escritores que tallan con tinta y plumas,
esos son las lenguas floridas.
Sin embargo, la tinta será siempre la sangre
y las huellas dactilares por donde pasen.

Oh, canto a la paloma,
(o a la mierda que sea)”


Leedlo como poetas,
léalo como Neruda o a lo Parra,
léelo como cualquiera.

Tú elijes.

Y antes de ponerte una nueva máscara,
la del lector de poesía,
detente,
y observa lo siguiente:

¿Cómo se escucha la voz mientras estas leyendo?

Tú no estas leyendo nada,
te estas hablando a ti mismo.

28 septiembre, 2009

Psicoterapia a Domicilio





















La otra vez vi un reportaje en la tele sobre profesionales que iban a domicilio a prestar sus servicios, y por esas cosas del destino me resulto atender a personas en sus casas, en su propio espacio de íntimidad, se me ocurre que conocer la casa es algo parecido a conocer a la persona que la habita. En fin, la cosa es que hize un afiche y lo estoy publicitando, y en mi poco conocida página no podía faltar, haber si pasan el dato... un abrazo a los lectores y amigos.

03 agosto, 2009

La vieja muralla

La anciana.
La muralla.

La anciana apoyada en el muro
su mirada sin norte,
vacía,
sonrisa irreconocible,
¿mirando jugar a los niños?

La muralla ladrillos
ladridos, meadas de perro,
la cicatriz de una grieta,
piel pasta muro,
resquebrajándose,
la tez en el ocaso.

Hasta su pasado es antiguo.

Tejiendo a telar,
lo único que habría querido
es hablar y ser reconocida,
pero su orgullo es fuerte,
se coció la boca y los oídos,
y el sexo hace años lo transformó
en dulce de alcayota.

La anciana manos de cemento,
cabellos de cal,
ya no teje
ya no hila
no canta.

La muralla y la anciana presienten el polvo,
la altura de un edificio.
El vértigo.
Las raíces del árbol.
El ahogo.

Anhelan la semilla
como el último suspiro.

Me parece ver a la madre de Gorki.

Sonámbula.

Apoyada en esa muralla,
que son sus huesos y su historia,
en espera de la muerte,
en espera que la encuentren sus hijos
(muerta en su pieza, a los tres días)
que nunca la visitaron.
Ella imagina que son los niños jugando.

La vieja muralla,
a los demás es transparente.

Los niños en la calle,
juegan a darle vueltas a la rueda
del camión demoledor.

13 julio, 2009

Diálogos


El mar me dice:
Tienes tanta tinta tentadora,
que no se te derrame
en mi océano lunar.

El pulgar me dice:
Tengo un laberinto y una huella,
si te concentras solo en mí
minotauro de fuego,
te pierdes,
si miras solo hacia fuera,
te pierdes
en el aroma del delirio.

El árbol me dice:
Soy tu espejo,
y la corona de Cristo
es el nido de pájaros,
errantes.
Los frutos un parpadeo
y la raíces
manos en el barro.

La roca canta pasiva.

Mi oído llora resonando esas canciones,
esos diálogos imposibles.

Con el árbol, con el mar, con el dedo.




PD: La foto me permiti sacarla de la pagina de mi amigo Felipe Sáez, cuya pasión por la fotografía hace del ver un arte, les pongo el link para que lo visiten http://zweit.deviantart.com/

05 julio, 2009

La historia de cualquier vida en el desorden del tiempo

Ni si quiera lo pensé y ya estoy escribiendo lo que ahora mismo estoy escribiendo. Solo sale, rápido, en tropel, como si mis manos se movieran y solo escribiera por el gusto que produce en mis oídos el tecleo de mi máquina de escribir, como si tocara piano, en realidad estoy tocando piano (ahora caigo en cuenta de que estaba pensando en esto y no en el sonido que me atrajo artificioso, lumínico, con colores fluorescentes y formas psicodélicas, otra vez me fui, y vuelvo nuevamente) y vuelo a veces incoherente y otras no, es que si me dicen, tienes diez minutos para escribir algo, bueno, solo son diez minutos para escribir algo… y no tengo más, y en eso estoy.
Sería justo si me digieran tienes sesenta años para vivir, o veinte, da lo mismo, porque lo justo sería que así como me obligan a escribir algo en 10 minutos sabiendo que este suplicio, esta carrera de comer más completos gigantes en la esquina o quién toma más cerveza para ver quien es el más hombre, se acabaría, así mi vida tendría un fin, y ni plantaría un árbol ni escribiría un libro, ni más cerveza tampoco, solo esperaría.

Un viaje, así parte la historia, vamos caminando por el terremoto de piedras que saltan por todas partes, menos por esa parte que es a la que no quiero llegar y dilato, contraigo dilato, vamos, se puede, puja puja, llego. Y parto, porque así es el viaje, continuo la marcha, pero quiero volar un rato, salir de acá.

Así que lo único que te interesaba era verme escribir, vouyerista de mierda, tú ahí sentada y yo sin poder parar porque de lo contrario me disparas primero en los pies, luego en las manos, y de ahí me dejas desangrar otros diez minutos. ¿Qué más quieres que te diga?, torturadora de mierda, como te importa poco lo que diga y a mí también porque temo por mi vida, puedo hacer esto: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxx xxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxx.
En ese tiempo pensaba, solo pensaba. Mi corazón era una semilla en espera de algo que lo hiciera florecer. Mi mente divagaba entre cuentos que creaba y destruía sin siquiera escribirlos, que eran solo el producto de un aburrido viaje en mi auto, o una aburrida conversación sobre cualquier cosa que no me interesara. Cuentos que memorizaba obsesivamente, frase por frase, con el único afán de crear algo pasajero, finalmente era uno, estoy de paso.

No resisto el olor rancio de esta pieza oscura, ni siquiera puedo ver tu rostro, me da asco tu máscara de cuero sádica, y me quedan tres minutos, o me entrego a la muerte cierta, o lucho hasta el fin, al menos se cuándo me voy a morir, ventaja que no todos tienen, pero habría preferido morir junto a mi esposa y mis hijos, a que se enteraran de mi muerte por el periódico y no sabrán lo que me tocó vivir. Si al menos esto que escribiera lo pudiesen leer, lucharía y mis dos minutos tendrían un sentido. Les diría cuánto los amo, que no fue mi culpa, que no se como llegue a estar donde estoy, que la conocí en un bar y me atrajo, me invito un trago, me dieron ganas de vomitar, el pasillo, el baño la gente que me miraba y pensaba que estaba ebrio, y de ahí esta pieza oscura. ¿Cómo se que me queda un minuto?, porque tu voz es dulce, creo que la he escuchado en alguna otra parte…
Ahora recuerdo que una vez andando en micro, se me ocurrió la idea de observar todos los días un mismo árbol, y cada día que pasaba miraba una hoja distinta, pensando en que con el paso del tiempo vería el árbol completo, en detalle y en extenso. Lo ridículo y lo imposible se enredaban en los laberintos de mi mente. El árbol crecía y la micro pasaba demasiado rápido, siempre y cuando no parara en la esquina de ese árbol, donde precisamente te conocí. No era el árbol lo que diariamente buscaba. Ahora se quién eres.

23 junio, 2009

Solo este frío


Solo este frío invernal me hace escribir,
mis manos se calientan un poco.

¿Han visto en ciudades árboles en su esplendor?
quizás en un parque,
bien delimitado.

No son necesarios los bonsáis,
la cuidad esta llena de árboles rotos,
los poda la micro o el cableado eléctrico.

¿Qué más ficticio que un jardín de paisajista?
la selva y el desierto son hermosos,
porque nos desarman la estructura.

Por eso en la noche soñamos,
y ellos respiran.

Sembrar la isnpiracion por ña búqueda del sí


Estaba revisando algunos archivos cuando me encontre con este "trabajo universitario" que hize con Andrew, claramente esos años eran de psicodelia y le estaba faltando a este blog un poco de eso, donde el alcohol y otras yerbas nos hacían volar en las propuestas más inverosímiles y profundas al mismo tiempo. En resumen, el trabajo nunca lo terminamos esa noche y seguimos carretiando, no se ni cual era el tema del ensayo, pero claramente no correspondía al tropel de palabras que se produjeron:

"Sembrar la isnpiracion por ña búqueda del sí

Esta es una experiencia que queremos realizar en las tierras que creemos fecundas del sur de Chile,, ¿Cómo podremos realizarla?. Esatudiantes de Psicología, no lo sabemos, pero lo intuimos.
La educación centrada en la obtención de fiebres naturales de comportqmienbto

Esta wea la escribio el psicotico del nacho pero fue idea del esquizofrenico de Morgali asi que cualquier cagaa puede pasar.... "

Lo unico que se me ocurre en este momento es "al menos lo intentamos...", un saludo a los pocos lectores de este blog, adios!

17 junio, 2009

Para niños de 2 a 4 años. La Caja de Sorpresas



(Esta es la transcripción de un comercial hecho por mi sobrino Nicolás a quien quiero mucho y es como mi hermano menor, comercial que no creo salga en televisión)




Con una caja de cartón y papeles de colores, confecciona un cofre de los tesoros. Introduce en él, el libro que vas a leer con tu hermano o hermana evitando que lo vea, incentívalo a adivinar cuál es el tesoro que tienes escondido en la caja, entregándole pistas según la característica del cuento…

- Mira Sofia, aca dentro hay un lobo que tiene mucha hambre! ¿Qué es?
- !El Estofado del Lobo!
- Si, exacto, este libro que te encanta!... El Estofado del Lobo, había una vez un lobo al que comer le gustaba más que otra cosa en el mundo, un día al lobo le dio un antojo de estofado de pollo, paso el día entero buscando en el bosque un pollo apetitoso, y finalmente vio una gallina…

Por ejemplo, si el cuento se trata de los gatos uno puede decir: es peludo, puede ver en la noche, trepa los árboles utilizando sus uñas… Es importante estimular a los más pequeños invitándolos al mundo de los libros, si no tienes los elementos para hacer un cofre, puedes utilizar un lugar de la casa para jugar al “libro escondido” o al “libro tesoro”, invitándolos a encontrarlo, y a preguntar sobre los posibles títulos, que de todos modos, generara una gran expectativa en tu hermanito o hermanita.